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Kuali kuali



En lengua Náhuatl, la palabra kuali significa "bien", "bueno", o para nosotros algo así como el "Pura vida". Desde que escuchamos esta palabra se nos pegó y es una clave para identificar a otro peregrino. El padre Ignacio Larrañaga decía que la felicidad es el reflejo del rostro, pero que la alegría sale del corazón, para mí decir "kuali kuali" es muestra de la alegría y de la libertad que hay en el mío. Puede haber días grises que reflejen menos felicidad en mi cara, pero el corazón cuando tiene alegría permanece intacto y carga la chispita de esperanza que permite continuar.

Parte de la peregrinación es tener un encuentro diario con Dios, sin embargo, en esta ocasión fue diferente, pues asistimos a una ceremonia mexica con indígenas, bailamos con su música y realizamos algunas de sus costumbres, yo pegué brincos y me moví como si estuviera bailando sola en el mundo.

No sé si ustedes lo han hecho, pero en mi concepción errónea de la oración muchas veces me he dedicado a hacer una lista de deseos, recordando que me he portado bien y por qué necesito lo que estoy pidiendo. Evidentemente la oración va más allá de solo pedir y dar gracias, es un encuentro íntimo y profundo con Dios y con nuestro corazón al desnudo, aunque muchas veces nos tomamos a la ligera la tarea de escucharlo y entablar esta conversación necesaria.

Los mexicas me dejaron dos grandes enseñanzas para la oración y la cultura, que independientemente si practicamos una religión aplica para cualquier persona. La primera tiene que ver con la naturaleza. Nunca había sentido la necesidad de pedir perdón por el daño que le hecho a madre Tierra, de apreciar y de sentir la energía en la "tierra donde los hombres se vuelven dioses", esa sensación extraña de que hay algo en el medio de la nada que no se sabe qué es pero que se puede sentir (así de raro). Tenemos el agua potable, aire puro, montañas llenas de verde, cataratas hermosas, frutas y verduras frescas, y muchas veces devolvemos basura mal ubicada, uso innecesario de electricidad y otros. No puedo decir que después de eso me sentí culpable, pero sí que desde entonces me hice más consciente de mi agradecimiento con lo que tengo y que a veces doy por hecho, y darme cuenta que toda criatura viva merece mi respeto y aprecio. Con sinceridad les digo, un corazón agradecido saca motivación de donde no tiene, porque la crea, la regenera, ve en lo mínimo una maravilla y como no tiene nada cualquier cosa que venga lo ve como una razón suficiente para sentirse rico.

La segunda tiene que ver con la cultura, el amigo mexica de cara pintada de negro, ojos penetrantes, piernas delgadas y gran energía para bailar nos decía: "Pudieron haber llegado muchas religiones, pero nada nos arrebata la cultura, porque todos le pertenecemos a ella, agradecemos al "Gran dador de la Vida", porque todos tenemos un guardián que nos cuida". Así tal cual me encontré gente linda que se siente orgullosa de sus vestidos coloridos, de sus trajes con plumas y pulseras de conchitas, que no ven de qué religión eres, de dónde vienes, si tienes plata o no, sino que sos humano, y que compartimos el mismo hogar y que estamos en la obligación de cuidarlo, de investigar de dónde venimos y de identificarnos, porque pensamos que elegimos la cultura que queremos, sin darnos cuenta que somos parte de ella, le pertenecemos y nuestros simples rasgos faciales lo tienen determinado. El Guardián cuida de ella, de nosotros, y pase lo que pase nos conserva y nada nos arrebata las creencias, las raíces, los valores que nos diferencian.

Como si fuera poco después de este encuentro espiritual me regalaron unas semillitas de prosperidad, tienen más de un año de estar guardadas y permanecen igual, escribo esto y escucho esas conchitas sonar, veo las miradas profundas, esa sobriedad de carácter y serenidad permanente que anhelo, esa paz y alegría que me transmitieron: Kuali kuali!!!


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