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Del ombligo

A veces es necesario soltar la manivela. Claro, es algo fácil de decir, pues cuando perdemos el control de las cosas podemos sentir que es lo peor, y parece que solo con el tiempo comprendemos el por qué de lo sucedido, o a lo mejor, el para qué sucedió en nuestras vidas, terminamos acostumbrándonos a esto, y en ocasiones renegando eternamente los "hubiera".

Esto es solo una metáfora para comprender el ritual de los Voladores de Papantla. Cinco hombres suben a un tronco de una altura de 25 metros aproximadamente, realizan una danza saludando a los cuatro puntos cardinales, y luego cuatro de ellos se sueltan con un arnés hasta dar 52 vueltas que significan los años del ciclo solar, el ritual se hace para invocar la fertilidad, la lluvia, la providencia y fue declarado Patrimonio  Cultural Intangible de la Humanidad por la UNESCO, un ritual que representa un ciclo perfecto. 

Es impresionante ver cómo estos hombres se lanzan pendiendo de una atadura, dando vueltas para dar un espectáculo que conmemora los rituales de sus ancestros, mientras uno de ellos se queda en lo más alto danzando y tocando una especie de flauta y tambocirto sin detenerse, incluso algunos han fallecido arriesgando sus vidas durante esta ceremonia. 

Sin embargo, como una vez les dije, el viaje de un peregrino se realizando caminando con el espíritu, así que más allá de ver el llamativo de este ritual fue tomar consciencia de que así es como debo vivir mi vida, como si tuviera un hilo en mi ombligo colgando de un único poder, así diminuta, que se olvida de sí misma para aceptar lo que pase, lo que no puedo cambiar, lo que no depende de mi intelecto, de mis acciones, de mis emociones. Fue como si me colocara en una situación en donde por más que quiera que pase lo que yo creo que es mejor no puedo hacer nada, sencillamente pasa y no hay vuelta atrás, termino aceptando e incluso agradeciendo porque después comprenderé lo que ahora no. 

Reestructurar las situaciones pasadas es imposible, no podemos controlar a los demás, y cuesta entender que no podemos hacer todo, ni el tiempo ni la vida, pero también queda comprender que lo sucede a los que caminan por fe es por un propósito de bien (Rom, 8:28-30), algunas veces obtendremos resultados menores a nuestros esfuerzos y cosas deseadas en un tiempo muy lejano. Creo que los voladores cuando están arriba piensan que están haciendo una locura, desean regresar a tierra segura, donde pueden tener los pies firmes, pero ya arriba no hay vuelta atrás, pero también creo que debe sentirse riquísimo creer en unos pocos minutos que se puede volar, que están sintiendo el viento en sus manos, una sensación de liberación. 

Soltarnos y abandonarnos en ese hilo no es más que otra analogía de depender del amor de Dios, en tiempos buenos y tiempos malos, despegarse de la humanidad, del orgullo, del poder, y volar en la seguridad de que Dios tiene el control, que no nos soltará, de que ese hilo sigue presente de nuestro ombligo en sus manos, y que su protección va siempre si dejamos que Él actúe, solo así se alcanza la completa libertad, de las ataduras de la mente y de lo material.

Por cierto, luego de verme me pidieron que hiciera el ritual con ellos, ahí me ven subiendo... pero no volando :P





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